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Quien mucho sabe de campos, sabrá también que en los montes andan zorros. Y había uno que tenía un compadre en el cielo.

El zorro que vivía en el cielo pensó: “Voy a ir a buscar a mi compadre, porque hace tiempo que no lo veo, para que venga a descansar aquí”. Entonces, fue a encontrarse con su compadre.

- ¡Buenas tardes, compadre!

 - ¡Buenas tardes!

 - Lo vengo a buscar para que vaya a descansar arriba.

 - ¡Ya pues!- contestaba entusiasmado el zorro- Yo aquí trabajo tanto… he agarrado muchas gallinas, he hecho muchas cosas. Ya no puedo más. Pero ¿Cómo vamos a subir?

 - ¡En una nube! Vamos a llamarla y cuando llegue, nos vamos.

Se fueron y estuvieron hartos meses.

Pasado un buen tiempo, el zorro pensaba: “Hace tiempo que estoy aquí… y aquí no hay donde cazar ningún ave, ¡nada! ¿Qué voy a hacer?”. Entonces le dijo a su compadre:

 - compadre, quiero irme ya, porque hace tiempo que estoy aquí. A lo mejor estoy molestando mucho.

 - ¡No compadre! Para qué se va a ir.

 - Tengo que irme. Tengo harto trabajo allá.

 - Está bien- dice el compadre resignándose.

 - ¿Pero ahora cómo me bajo? No hay ninguna nube.

 - ¡En un cordel lo bajamos, pues! Vamos a buscar un cordel y ahí lo bajamos.- Y le pusieron un cordel al zorro.- Cuando llegue a la tierra, usted dice: “¡Ya llegué!”

Amarrado del cordel, el zorro empezó a bajar del cielo poco a poco.

 - ¿Llegó?- dice el compadre-.

 - No, Todavía no.

 - ¿Llegó?

 - No, todavía no.

Todavía no llega éste”, dice para sí mismo el compadre.

Mientras bajaban cada vez más, el compadre le seguía preguntando, esperando alguna respuesta:

 - ¡¿Llegó?!

 - Todavía no.

Cada vez se escuchaba menos. De a poquito, ya no se oía.

 - ¡¿Llegó?!

 - Todavía no.

 - ¡¿Llegó?!

 - Todavía

 - ¿Llegó?- dice por última vez el compadre. No se oyó más-. ¡Ah! este ya llegó ya.

Soltó el cordel, y el zorro cayó quedando tirado.

 - ¡Ay que me hizo mal mi compadre!- Estaba tirado en un camino.- ¡Qué voy a hacer ahora, parece que se me quebró la costilla!

De pronto pasó su tío, su malle, el león.

 - Buenas tardes zorro, ¿Qué le pasó? ¿Por qué está aquí?

 - Me pegaron –mintió el zorro. No dijo que se cayó, ya que el zorro es muy mentiroso-. ¡Me pegaron!, estaba sacando unas gallinas. ¡Ay hombre! Parece que hasta una costilla me quebré.

 - ¿Qué vamos a hacer? –dice el malle preocupado

 - Ayúdeme usted, pues. ¿Qué puedo hacer?

 - ¡Ya sé!, le voy a buscar machi.

Llegan dos machi, que eran bandurrias, llegaron donde estaba el zorro tirado

 - ¿A dónde está el enfermo?

 - Aquí.-dijo el león.

 - ¿Qué le duele?.-dijo la machi.

 - ¡Ay, la costilla que me duele! – vuelve a mentir el zorro, porque ya no le dolía nada.

Tocando el kultrun, las dos machi cantan mientras dicen “¡Se va a mejorar!, ¡se va a mejorar!”. Luego las dos bandurrias se van volando.

- Gracias -dijo el malle a las bandurrias-.

Cuando se fueron, el zorro se paró, sintiéndose mucho mejor.

 - Estoy bien ahora –decía -.

 - ¡Ah! te veo re-bien.

 - Sí, estoy bien.

 - ¡Así que ahora vamos a pescar un cordero! Allí hay hartos corderos. ¿Estás con hambre? –decía el león al zorro

 - Sí. Estoy con hambre.

Entonces fueron hacia un grupo de ovejas.

 - Vaya a pescar usted, zorro. Yo lo espero aquí bajo las quilas -dijo el león-.

Y fue el zorro a pescar ovejas. Había unas recién paridas, y correteaban con sus corderitos.

Como las ovejas son mañosas cuando paren, al acercarse el zorro, le pegaron y quedó tirado.

Luego de un rato fue donde su malle.

- ¡Bah! ¿Y el cordero? – se impresiona el león por ver al zorro sin nada-.

 - ¡Ay! Se me quebró más la costilla- dijo el zorro- ¡Me pegaron, me pegaron!

 - Ay hombre, que no sirves para nada. Yo voy a ir a buscar comida. ¡Espéreme aquí!- decía el león. Entonces, el león fue a buscar una oveja y la trajo.

- Ay, quién como usted malle ¡Quién como usted malle!

 - ¡Si pues yo, el mismito! -dijo el león. Estaba comiendo y el zorro mirándolo.

 - Deme una colita siquiera pues, malle.

 - La mejor comida es para mí pues. Las orejas son lo mejor. Tú no trajiste nada, así que no te puedo dar.

Pero el zorro insistía:

 - ¡Un poquitito que sea!

 - No, no le puedo dar. ¡Ah! Las tripas te voy a dar… –esperando que se conforme-.

 - ¡Ya!- dijo.

Cuando estaba comiendo, el zorro se encontró con que las tripas estaban amargas.

 - Que está amargo lo que me dio mi malle...-murmuraba el zorro.

 - ¿Cómo dice?-dijo el león sorprendido-.

 - Eh… ¡Qué está rico lo que me dio mi malle!

 - Ah ya. Ahora te vas a preparar. Te voy a traer un saco y vas a ir a dejar carne a mis cuatro niños-.

 - ¡Ah, listo no más!- dijo el zorro. Se arregló, y fue a dejarle qué comer a los niños-.

El león tenía leoncitos.

Debajo de un gran hualle grande, estaban los leoncitos.

Al llegar, el zorro les decía: ¡Uno que ponga la olla!, ¡el otro que busque agua!, ¡el otro que busque leñita!, ¡el otro que haga fuego! ¡El que trabaja más, más va a comer!

Pero durante el camino, el zorro se comió toda la carne quedando los puros huesos.

Mientras tanto, los leones pequeños seguían haciendo fuego, y el zorro decía:

 - ¡Y el que pone la olla!, el que dice primero: “¡está hirviendo!”. ¡Ese va a comer mejor!

Estaban todos los leoncitos atentos, y entonces el zorro aprovechó tomó a los leoncitos y los echó a la olla hirviendo. Solo uno logró escapar saltando hacia el hualle, los otros tres murieron. El zorro se arrancó.

El leoncito chico, estaba llorando arriba: “¡oh!, ¡pasó un hombre de cola larga, de orejas paradas, me mató a mis hermanitos!”

El león llevaba mucho tiempo esperando: -¿Por qué no volvió este zorro? Se ha demorado mucho rato... –decía-.

Para cerciorarsede todo, fue al hualle

 - ¡Oh¡ ¡Bájate!, ¡¿Qué te pasó?! –decía el león a su hijo

 - ¡Ay, pasó un hombre de cola larga y las orejas paradas, me mató a mis hermanitos!

 - ¡Ay, ese es el zorro! Bájate, vamos a buscarlo.

 - ¡No!-dijo asustado el leoncito-. ¡Me puede comer!

 - Yo voy a ir! -dijo el león, y se fue a buscar al zorro-.

El león, de camino a buscar al zorro encuentra un tiuque

 - ¡Oye Tiuque!, ¿has visto al zorro por aquí?

 - No, yo estaba cosiendo mi camisa porque ayer araron aquí y trabajamos harto –dijo-.

 - ¡Estarías recogiendo gusanos, pues!-.

Mientras seguía caminando tratando de encontrar al zorro, vio a lo lejos al jote

 - Jote, ¿has visto al zorro por aquí?

 - No, yo me estaba lavando la cabeza.

 - Ah, tu cabeza… ¡todo el tiempo la estás lavando!- le dijo.

Más allá encontró una perdiz, y le preguntó:

 - Oye perdiz, ¿sabes si el zorro pasó por aquí?

 - No, no lo sé. Yo estaba haciendo mi vestido.- dijo.

 - ¡Ay, a usted no le alcanza el género para hacer un vestido!-dijo a la perdiz-.

Y después encontró una golondrina en un arbolito, y le preguntó:

 - Oye golondrina, no encontraste…

 - ¡Eh! ¡Ahí!- interrumpió la golondrina- ¡Ahí entró el zorro, en esa cueva!

En una de las tres cuevas que había, el zorro iba entrando. Cuando llegó el león donde el zorro, lo tomó de la cola y le cortó un pedazo. El zorro alcanzó a entrar y esconderse donde estaban los chingues.

 - Que salga el zorro, ¡Que salga!, me lo voy a comer aquí -decía desafiante el león-.

De pronto un chingue salió

 - ¡Ay, Ay!

 - ¿Qué le pasó hombre?- le dijo el león-.

 - Me duele aquí, porque me pegué con un palo- dijo el chingue-. ¡Tengo hinchado!

 - ¡A ver! Yo te ayudo-.

El chingue se botó: -¡Aquí me duele! –dijo el animal. Pero de repente, mientras el león lo revisaba, el chingue le tiró pun, el león se desmayó por el olor tan fuerte. El chingue se fue nuevamente a la cueva.

El zorro salió cuando el león estaba tirado en el suelo

 - ¡Atrápeme ahora pues malle, atrápeme ahora!-.

Estaba saltando encima de él y de pronto despierta. Con las ansias, lo tomó de la cola y se la arrancó. Apurado, el zorro volvió a entrar en la cueva. Nunca más salió.

Salió otro chingue, de la otra cueva

- ¡Ay que estoy mal!

 - ¿Qué le pasó? – se preocupa el león-.

 - Me duele aquí, porque me pegué con un palo- dijo el chingue-. ¡Tengo hinchado!

 - ¡A ver! Bótate ahí-.

El chingue también aprovechó y le tiró un pun al león que, nuevamente, se cayó y quedó tirado.

Después de un rato, el león despertó. Miró a todas partes y no vio al zorro por lo que decidió irse. Mientras tanto estaban los chingues en la cueva con el zorro, su amigo.

Habían planeado todo para ayudar a escapar al zorro.

Es esa la historia del zorro que se fue al cielo.