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Eran tiempos de otoño, en el mes de mayo cuando el trigo está muy pequeño. En el trigo andaba un pajarito… Su nombre era ChilChiwill, ChilChiwill subía al cielo y bajaba una y otra vez haciendo un hermoso sonido: “¡chiu chiu chiu!” “¡chiu chiu chiu!”.

Yo le preguntaba a mi mamá por qué el pajarito andaba así, subiendo y bajando, ella me dijo que era porque el pajarito tiraba del trigo para ayudarlo a crecer.

Un día de mayo, cayó una helada tremenda sobre el trigo. El pajarito subió cantando “chiu chiu chiu”, “chiu chiu chiu”. Pero al bajar, cayó en la helada que parecía vidrio de lo dura que era, entonces se le quebró su patita.

Con tristeza el pajarito dijo: “¿Qué voy a hacer ahora que se me quebró la patita?”.

Miró a todas partes en busca de una explicación, de pronto, vio la helada y le preguntó: Txangliñ, ¿Por qué se me quebró la patita? Y la Txangliñ, la helada le respondió: "¡Eso yo no lo sé! ¡Lo que pasa es que usted es muy impulsivo! ¡Bajó muy fuerte, y por eso le sucedió! ¡Yo cuando estoy aquí, viene el Antü, el sol, me derrite toda y me vuelvo agua!"

Y el pajarito se fue a hablar con el sol: “Antü, ¿Por qué se me quebró la patita?”

Y él respondió: “Eso yo no lo sé. Yo salgo feliz a alumbrar a todo el mundo y de repente viene una nube y me tapa”.

“¡Una Txomü!”, dijo el pajarito, miró hacia arriba y vio una nube y fue a preguntarle: “Txomü, ¿Por qué se me quebró la patita?”

La nube respondió: “Eso sí no sé yo, cuando estoy muy tranquila tapando al Antü, viene el viento y me lleva donde quiera”.

“¡El Kürüf!“, dijo el pajarito. Y fue donde el viento: “Kürüf, ¿Por qué se me quebró la patita?”

Y el viento respondió: “No sé, yo ni te conozco, ni sé en qué trabajas. Yo cuando voy a gran escala corriendo por encima de mi Mapü, la tierra, siempre intento entrar a una casa, pero ahora, están muy bien cerradas y ya no puedo entrar”.

“¡En una Rüka!”, dijo el pajarito y divisó una casa desde lejos y fue a preguntar.

“Rüka, ¿Por qué se me quebró la patita?”. Y la casa respondió: “¡Ah, de eso yo no sé nada! Yo no salgo, siempre estoy aquí. Pero cuando estoy muy tranquila y quieta, viene el ratón, me hace agujeros y entra por ahí.” El pajarito dijo: “¿Al zewü dónde lo voy a encontrar?”. Y luego encontró un ratón.

”Zewü, ¿Por qué se me quebró la patita?”.

“Shhh, ¡Háblame bajito!” dijo el ratón. “Porque cuando yo entro a tu casa, voy a robar queso y pan, pero si el gato me pilla, me come”.

Entonces el pajarito fue donde el gato que estaba durmiendo a la orilla de un fogón, lo despierta y le dice: “¡Narki! ¡Narki!”.

“¿A qué vienes a molestarme?”, dijo el gato. “¿Qué quieres?”

“¿Por qué se me quebró la patita?” Preguntó el pajarito.

Y el gato le respondió: “Cómo lo voy a saber, yo nunca salgo al campo, siempre estoy aquí a orillas del fuego calentándome. Pero cuando salta una chispa del fuego, me quema la cola.

“¡El Kütxal!” dijo el pajarito. “¡Voy a preguntarle!”. “Kütxal, ¿Por qué se me quebró la patita?”

“¡Ah, yo tampoco sé, porque yo también estoy siempre en casa, encendido para que se caliente mi gente y de repente viene el agua y me apaga todo!”, dijo el fuego.

“¡El Ko!”, dijo el pajarito. “¿Dónde hay una Ko? ¿Allí hay una Ko?”

“Ko, ¿Por qué se me quebró la patita?”

Y el agua respondió: “¡Eso sí que yo no sé!, yo cuando estoy bien tranquila, viene un buey cansado y me toma toda.”

“¿Dónde encontraré un mansun?”, dijo el pajarito. Y encontró a un buey y le preguntó: “Mansun, ¿Por qué se me quebró la patita?”

Y el buey respondió: “¡Eso yo no lo sé, yo estoy comiendo pasto de lo más bien aquí! A mí me creó ngen kulliñ, espíritu creador de todos los animales aquí en la Mapu, ¡Anda a preguntarle!”

“¡Ngen Kulliñ!”, dijo el pajarito. Y miró hacia arriba y subió, subió, subió, subió. No paraba de volar y volar. Finalmente, llegó donde el Ngen Kulliñ. “¡Chiu- chiu-chiu-chiu- chiu-chiu!”, dijo. Allí había una casa grande con tres puertas y no se veía nadie. “¿Dónde está Ngen Kulliñ?”, dijo. Golpeó en una puerta y nadie salía, luego golpeó en la siguiente puerta y apareció un hombre: “¿Qué desea?”

“Quiero hablar con Ngen Kulliñ”, dijo el pajarito. “Espere ahí”, le dijo el hombre.

Se sentó a esperar y finalmente, salió Ngen Kulliñ.

“¿Qué se le ofrece? ¿Para qué me quiere?” Preguntó Ngen Kulliñ.

“¿Por qué se me quebró la patita?” Preguntó el pajarito.

“¡Ah! ¡Yo te dejé en la Mapü, en la madre tierra para trabajar y que ayudes al trigo crecer! Para que luego la gente y los animales puedan comer, no para andar alocado cantando sin trabajar !Por eso se te quebró la patita!.

Ngen dio un soplido muy fuerte al pobre pajarito, quien comenzó a caer y caer.

El pajarito lloraba: “¡chiu- chiu-chiu-chiu- chiu-chiu!”. Y así bajó, casi sin plumas de tanto caer. Cayó a un árbol donde había otros pajaritos cantando para que despertara, uno decía: “¡Pío-Pío-Pío!”. Otro decía: “¡Tiu-Tiu-Tiu!”.

Chilchiwill era un pajarito muy sociable y de buen corazón, tenía muchos amigos que lo cobijaron, lo ayudaron y le dijeron que viviera en ese árbol, que no se preocupara, porque ellos se harían cargo de él mientras se mejorara, y así vivieron felices junto al pajarito que se le quebró su patita.

Desde la perspectiva mapuche, todos somos seres vivos, no hay nada en este mundo que no tenga vida. Estamos en el Nag Mapu, es decir la Tierra donde vivimos para cumplir cada uno una MISIÓN, en este caso, el Chilchiwill era feliz jugando en el trigo, pero se le olvidó su misión de trabajar con él para ayudarlo a crecer y que los demás seres vivos puedan comer, es por esto, que Ngen Kulliñ le da un castigo. Gracias a que Chilchiwill era un hermoso ser, sus amigos pájaros lo ayudaron y cuidaron mientras él se mejoraba.

Epew perteneciente a la cultura Mapuche, relatado por Mrs. Paula Painén, Tesoro Humano Vivo.