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Hace mucho tiempo, vivía una pareja con dos hijos en el campo muy cerca del volcán Ruka Pillán. Lafken una niña de 12 años y su hermano; una bebé de meses.

Cierto día, alrededor del medio día, Lafken salió de la ruka a pasear al lago.

Lafken amaba ir a orillas del lago a contemplar el volcán Ruka Pillán, su madre le había dado permiso por un momento antes de almorzar. Sin embargo, pasó la hora y Lafken no regresó a su hogar.

Cuando el padre regresó de su trabajo preguntó por su hija Lafken, la madre le respondió que estaba en el lago

El esposo se quedó pensativo y respondió: “Haz hecho muy mal en darle permiso a esta hora para ir al lago, a medio día siempre andan los Ngen, los espíritus de cada elemento natural. Recuerda que algunos Ngen son muy malvados”.

El padre salió en busca de Lafken. De camino observó a su alrededor y vio huellas de una niña haciendo un caminito hacia el volcán, siguió las huellas pero no pudo encontrar nada.

La llamó muchas veces: “¡Lafken! ¡Lafken! ¿Dónde estás hija mía? Como vio que las huellas se dirigían al volcán, gritó: ¿Volcán tú tienes a mi hija? ¡Entrégamela!”.

Nada sucedía, todo era silencio.

El hombre regresó a su hogar llorando sin consuelo y dijo a su esposa: “Lafken no está, solo pude ver algunas huellas con dirección al volcán”. Esa noche la familia pidió ayuda a sus vecinos y vecinas, quienes salieron en busca de Lafken, pero fue inútil, nunca la encontraron. Y así pasaron los días, semanas, pero de Lafken no se sabía nada.

Un día el padre fue en busca de un sabio Longko para preguntarle por su hija y éste le respondió: “¡A su hija la tomó el volcán, porque salió a una hora inadecuada!”.

Aún así, el hombre no perdía las esperanzas de encontrar a su hija, seguía buscando y llamándola todos los días.

Así pasaron muchos años y, de repente, apareció Lafken en casa de sus padres con un bebé en sus brazos que tenía los piececitos y manos como colita de pescado. La niña contó que se había enamorado del Ngen dueño del volcán y estaba viviendo dentro del volcán Rukapillan. Los padres comprensivos no le hicieron ninguna pregunta más a Lafken.

Conformes y felices porque estaban de nuevo con su hija y nieta, disfrutando de su compañía. Los padres le pidieron a Lafken que se quedara a vivir con ellos y le fueron a comprar ropa para ella y el bebé. Y así compartió un día con sus padres.

Un día Lafken desapareció sin despedirse, se había marchado a su hogar, al volcán. Nuevamente sus padres fueron en su búsqueda al lago y al volcán , pero no la encontraron. Una noche el papá tuvo un Pewma, un sueño con Lafken donde le decía: “Chaw papá, quiero contarte que me casaré, vengan a encontrarnos en carreta a orillas del lago”.

Así lo hicieron, el padre invitó a los vecinos de la comunidad y llevaron carretas para encontrarla. Cuando llegaron a orillas del lago, no había nadie, se acercaron más y lograron ver allí muchos peces.

El longko sabio, que también había ido, dijo: “¡Es Lafken quien envío estos animales, ella se casó con el Ngen del volcán, así que debemos hacer un Nguillatun por eso!” Así, todas las personas hicieron una rogativa y agradecieron al Ngen del volcán por los peces que les había enviado.

Esa noche el padre tuvo otro Pewma, donde Lafken le contaba que ella había enviado los peces para que los aprovechen y disfruten en familia, le pidió a su papá que no se preocupará por ella, que ella estaba siendo feliz y que ellos siempre le estarían enviando alimentos para que compartan con la comunidad.

Pasó el tiempo y eran días de hambruna, el invierno crudo hizo que muchos animales mueran, pero a la familia de Lafken nunca les faltaba los alimentos, ellos compartían todo lo que tenían con la familia y la comunidad.

Así, el padre siguió comunicándose con Lafken a través de los pewma.

Una noche en su sueño le dijo:

¡Chaw, papá, quiero ayudarte, por tanto te enviaré una vaca con su ternerito, disfrutarás mucho criándolo y cuidándolo, luego de eso se multiplicarán los animales. Siempre te estaré ayudando, nunca les faltará nada, porque tú eres una persona que respeta y ama al Mapu, la madre naturaleza, sigue así y nos seguiremos viendo en los Pewma”

Fue así como el chaw, papá, siempre pudo ver a su hija en sus sueños.

Un aspecto interesante en este relato, es la creencia Mapuche de que al medio día los espíritus o püllü o wecha newen, espíritus negativos, llegan a nuestra dimensión, ya que también tienen derecho a ocupar el mapu a esa hora. Por esta razón el papá de Lafken estaba muy preocupado que su hija haya salido al medio día sola. El padre tuvo que finalmente aceptar que su hija se había ido y aprender a ser feliz con el regalo de verla en sus sueños.

Epew perteneciente a la cultura Mapuche, relatado por Sra. Paula Painén, Tesoro Humano Vivo.